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viernes, 9 de diciembre de 2011

La primera vez que fui a la "Madrugá"

Al poco de abrir este blog, hablé sobre los sucesos de la Madrugá del año 2000. Hoy lo hago sobre la primera vez que fui a la Madrugá.
Fue hace un par de años, en 2009. Nunca había ido ya que de niño no podía por decisión de mis padres (ya saben el peligro que acarrea la multitud tan grande que se junta en ese momento de la Semana Santa sevillana en la calle) y que de adolescente no me lo había planteado. Pero hace dos años, ante la propuesta de mi madre de acompañarla a ver los pasos de la Madrugá, me animé.
Primerizo en esto de la Madrugá, estaba ansioso de ver las diferentes cofradías (que sólo había visto por la tele) en persona: El Gran Poder, la Macarena, la Esperanza de Triana...
Independientemente de las creencias que pueda tener cada uno, creo que esto de la Semana Santa es interesante, por su contenido cultural (hay figuras que procesionan que vienen del Gótico, como el Cristo de la VeraCruz).
Primero pudimos ver la hermandad del Silencio (que pese a su nombre, procesiona con una pequeña banda de música de cámara) en la salida de su parroquia, muy cerca del Corte Inglés. Una hermandad que tiene curiosidad en sus dos procesiones: El Cristo porta la cruz al revés, y la Virgen de esta hermandad es el paso de palio que más pesa en toda la Semana Santa (porque su palio no es de tela, sino que está hecho completamente de plata).
Posteriormente avanzamos hacia la Plaza del Duque, muy cerca de allí, para ver al Gran Poder (no hace falta decir que famoso hombre es devoto del Gran Poder... por aquí ya hice un Greatest Hits de él). Una gran impresión ver al que es considerado "el Señor de Sevilla".
Posteriormente, volvimos sobre nuestros pasos para ver a la Esperanza de Triana, pero nos detuvimos a ver a la hermandad del Calvario, que nos cogía de paso.
Era la tercera hermandad de la noche que vestía de negro (las otras son las antes nombradas).
Tras ver el paso de palio del Calvario en la calle San Pablo, muy cerca de la Plaza de la Magdalena, nos disponíamos a ir hacia el Puente de Triana (como es más conocido el Puente de Isabel II). Y ocurrió un incidente allí y en ese momento, que por desgracia, no fue el único de esa noche...
Se empezó a escuchar un murmullo, que poco a poco comenzó a acercarse hacia donde estábamos yo, mi madre y mi hermano (que había decidido venir también). El murmullo iba acompañado de un cierto efecto dominó: conforme el murmullo se iba acercando, la gente se iba cayendo como si de fichas de dominó se tratase. Una verdadera avalancha.
La avalancha llegó hasta donde estábamos, y por poco no nos caemos al suelo (de la que nos libramos).
Cuando nos pudimos recuperar del susto, nos fuimos hacia el Puente, y mientras íbamos de camino, se produjo otra avalancha. En ese momento, no perdimos la calma, y nos mantuvimos lo más cerca posible a las paredes de los edificios para no ser arrastrados.
Posteriormente pasé cierta inquietud: se respiraba cierto olor a gasolina que me hizo temer lo peor. Pero finalmente no ocurrió nada (la razón por la que olía a gasolina es que en las avalanchas, la gente había tirado unas motos aparcadas, y los depósitos de gasolina de dichas motos se habían roto).
Una vez llegados al puente, vimos pasar a la Esperanza de Triana, y hubo una nueva avalancha, que no llegó a mayores.
Tras esto, nos fuimos a casa.
Me quede ese día impresionado: por un lado, era la primera vez que veía la Madrugá en la calle, pero por el otro lado, me tocó vivir un momento que no era para nada agradable, es más, las avalanchas y carreritas de turno me hicieron pensar en la Madrugá del 2000.
Hubo otros incidentes esa noche, como una reyerta en el Puente de Triana sobre las 12 de la noche que tuvo como resultado un apuñalado, y una avalancha a las puertas de la parroquia de la hermandad de Los Gitanos, justo cuando se disponía a salir. Eso hizo que cerraran las puertas de la parroquia de golpe y que se retrasara algo la salida de la hermandad.
Un día que no se me olvidará fácilmente...

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